sábado, 21 de noviembre de 2009

Odio visceral

Odiamos, todo el tiempo odiamos. En nuestro día-a-día existe siempre, al menos un momento en que odiamos. Odiamos a quien casi nos atropella cuando vamos cruzando la calle, a quien el noticiero nos informa que cometió una violación (deseamos, por ejemplo, “que lo castren a ese malnacido”), al que nos atendió en el kiosco sin decir hola y chau, a quien realiza una manifestación provocando un caos vehicular, a quien tiene una mejor posición socio-económica que nosotros, a quien olvidó preguntarnos ¿cómo te fue? en ese momento tan mágico y esperado que estábamos por vivir, a quien nos dejó plantado, a quien nos roba, a los dirigentes políticos, a quien fuma marihuana en la vía pública, a los “negros de la villa”, a Menem, al recuerdo de aquel momento en que alguien nos arruinó la vida, al hecho de haber nacido, a la vida misma, a la muerte, a todos los que nos rodean, a nosotros mismos. Odiamos, indefectiblemente odiamos.

sábado, 7 de noviembre de 2009

¿Y si el silencio aturdiera hasta hacer que tus tímpanos estallen cual Hiroshima?

viernes, 6 de noviembre de 2009

Cuanta disconformidad se respira en el aire. Muchas veces, en una misma charla, se escuchan más cosas bellas que tristes. Sin embargo, destacan las tristes. Carcomen, ensucian, vacian, entorpecen y se enriquecen. Sí, ellas. Solitas lo logran. Son las reinas, galantes, brillantes. Pero no. Mejor, quieren serlo. A pesar de ello no lo son. No. Corramos, gritemos, lloremos, escupamos, saludemos, regalemos paz. ¡Que no ganen esas malditas embusteras! Al fin de cuentas está en tu mano, en tu poder, en tu magia. ¿Las dejamos ser o no ser?