Que asombrosa capacidad de disipar el miedo tiene tu sonrisa. Y digo tiene porque está grabada en mi corazón y cuando la evoco casi puedo verla, sentirla. Desde tu partida he aprendido a dejarme llorar con más facilidad, a dejar que mis lágrimas broten sin limitaciones, desmedidas. Y cuando te lloro te extraño y te quiero cerca y vuelvo a no comprender, a no creerlo. Y cuando lloro por otra cosa también en alguna lágrima estás vos.
Te extraño, Gisel, te extraño muchísimo y a veces no logro soportarlo.
Escrito el 26 de diciembre de 2010.
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